lunes, 8 de octubre de 2012

Filosofía delivery para desarmar

Las Pastillas del Abuelo es uno de los grupos que ha ganado más adeptos en estos últimos tiempos, que combina una especie de murga y una onda rústica bersuitesca con un mensaje del bajo mundo, como si fuese dirigido a un público disidente, a un público que tiene una cultura identitaria muy particular. Pero en realidad, cuando comienza uno a relfexionar acerca de la pertenencia de cierto grupo y de la orginalidad del asunto se dan cuenta que una mirada macro nadie se distingue de nadie. El ser humano es básico, todos vivimos ante una sociedad que nos da las posibilidades y nosotros las tomamos, somos repetitivo, rutinarios y aburridos. Incluso tan repetitivos como dentro de nuestra propia rebeldía podemos. O sea, somos repetitivos y faltos de originalidad aun cuando nos revelamos. Porque veo la gente que sale de los recitales, cantan esas canciones en contra de todo, del sistema. Pero acaso, no todos usamos los mismos medios de transportes, comemos las mismas comidas con algunas variaciones, sea hecha en casa o de delivery. Sea como sea, tenemos las mismas conductas y hábitos, todos almorzamos, todos vivimos en sociedad, usamos medios de transporte, los mismos. Tenemos casas o departamentos, tenemos trabajos y jornadas laborales. Nos tomamos vacaciones porque todos funcionamos bajo la disciplina del trabajo y el recreo. Es decir, hay algo de lo que no se puede salir, aun cuando uno intente realizarlo. Es esa rebeldía de adolescente que quiere cambiar el mundo y luego se vuelve tan inútil como obsoleta. No sirve, de otra manera no produce nada. En realidad, de ninguna. De algún modo las rebeldías también son una parte constitutiva del mismo sistema. Lo es la prisión y lo es el castigo. Lo somos todos. No hay escapatoria ni salida. No hay originalidad posbile, incluso las formas más “exquisitas” del arte son parte de una estructura. Son encasilladas bajo un nombre, bajo algo. Bienvenidos a la filosofía de delivery.